Basurero convertido en un oasis verde

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Cuando se quiere se puede.

Un basurero es convertido en un “oasis verde” que florece en la basura de una favela de Rio de Janeiro.

Se trata de un parque ecológico que recientemente ganó uno de los premios de urbanismo más prestigiosos del mundo.

Con la ayuda de un puñado de voluntarios, Mauro Quintanilha un músico percusionista de 55 años.

basurero convertido en un oasis verde

Se dio a la tarea de limpiar y transformar un nauseabundo basural en su favela de Rio de Janeiro con la idea de convertirlo en un “parque ecológico”.

Su loca iniciativa lo hizo ganar uno de los premios de urbanismo más prestigiosos del mundo.

“Al principio, pensaban que estaba loco, la gente se burlaba de mí".

Eran 16 toneladas de basuras acumuladas desde hace 25 años por los habitantes en las alturas de Vidigal, cuenta Quintanilha.

Ahora, la favela y sus 25.000 habitantes gozan de una vista que corta el aliento

desde lo alto de un peñasco sobre el mar y los barrios más ricos de la ciudad.

basurero convertido en un oasis verde

Como la mayoría de las favelas de Río, hasta hace poco no contaba con servicios públicos

y por lo tanto, durante décadas, no hubo recolección de basura.

La montaña de desechos caía en cascada por la ladera del cerro hasta la elegante avenida Niemeyer la ruta que bordea el océano Atlántico.

”Yo era el habitante que vivía más cerca del basural. Había de todo: colchones, refrigeradores, neumáticos y hasta cadáveres de perros,

el olor a putrefacción era insoportable y eso me deprimía, entonces decidí actuar”, explica Quintanilha.

El parque ecológico es un “oasis verde”, como lo han bautizado sus creadores, es hoy un refugio en la frenética vida de la comunidad,

donde se puede contemplar pájaros, mariposas y pequeños monos, caminar o correr.

basurero convertido en un oasis verde

Incluye una huerta que ya ha producido 700 kilos de verduras, plantas aromáticas y frutas distribuidas a los habitantes.

“Al inicio, las personas seguían viniendo aquí a tirar su basura durante la noche.

Poco a poco los educamos dándoles plantas de la huerta. La transformación alcanzó no solo al lugar sino a los habitantes”

Gracias a las plantas donadas por el Jardín Botánico de Rio, el percusionista diseñó el paisaje “de manera intuitiva”.

Todo lo que era recuperable o reciclable del basurero fue utilizado.

Asientos de banos coloridos y de diferentes formas sirven de grandes maceteros para las plantas ornamentales.

A partir de ruedas de bicicletas, Quintanilha construyó mesas. Las botellas de plástico sirvieron para fabricar butacas.

El camino que servía de ruta de escape a los narcotraficantes hasta la “pacificación” de Vidigal en 2011

se convirtió en un mirador desde donde se disfruta una hermosa vista sobre las famosas playas de Ipanema y Leblon.

La iniciativa de Quintanilha dio un giro en 2012 con la cumbre de la ONU para el Desarrollo Sostenible Río+20 y la visita de delegaciones extranjeras.

“Vi que los habitantes de este lugar habían hecho una revolución. Las personas que viven en las favelas son increíbles, pero el espacio es inhumano y debe ser mejorado.

Mientras los gobiernos y la sociedad civil del ‘asfalto’ (los barrios ricos, pavimentados) y no entiendan eso, la integración social tan deseada no tendrá lugar”, dice Quintanilha.

Si todos hicieran lo que Quintanilha hizo con esta favela, sería maravilloso. Tendríamos un mundo más limpio y saludable.
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